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Sentido Adios Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Entregara dos millones de
nuevos empleos, se jacta el señor Vicente Fox. Es modesto. Creó 5
millones… pero en los Estados Unidos. Son los expulsados del país por la
recesión económica de la feroz administración sometida a los designios de
un Washington temeroso de la “invasión silenciosa” que intenta frenar a
costa de su propia economía. En ese sentido, podría decirse
que el ex gerente de una transnacional cumplió su palabra: Exportó la
mayor riqueza nacional, la mano de obra, sin tener acuerdos migratorios y
solamente con el colapso de la infraestructura productiva nacional a favor
de la inversión extranjera, caracterizada por su inversión especulativa
para ganar sin trabajar. Podría decir que el señor Fox es eficiente: Exentó de
impuestos millonarios a sus amigos en el remate de los bancos al
extranjero; protegió el tráfico de influencias de su cónyuge y sus
hijastros; cuidó a sus hermanos de no ser molestados por los despojados;
su propia empresa creció en la exportación de botas de charol, entre los
benéficos obtenidos. Fue generoso con las 9
transnacionales de transgénicos y otras
devastadoras del campo agrícola, con los extranjeros que patentaron del
tequila a la imagen Guadalupana y con sus fieles
en la alta burocracia que percibirán de 3 a 7 millones de bono de retiro
sin romper la austeridad republicana en su negativa a entregar 2,500 pesos
a la baja burocracia. Incluso, desmintió a los
críticos de su ignorancia política ya que al concluir su periodo restauró
el maximato que garantizará a los poderosos
organismos financieros la ejecución total del Consenso de Washington de
primera y segunda generación, para que los contribuyentes sostengan al
gobierno con impuestos a medicamentos y
alimentos. Tiene sobradas razones para
disfrutar, por fin, el ejercicio del poder sin el desgaste personal ya que
estará cómodamente en su rancho de San Cristóbal, oteando el promisorio
horizonte sobre su caballo llamado “2 de julio” que resume su triunfo
electoral decretado con el 5% de casillas computadas por Ernesto Zedillo, su cumpleaños y aniversario de
bodas. Un ambiente tan parecido en
tiempo y forma a 1906, en donde Don Porfirio Díaz Mori, se jactaba de sus logros en el lema “orden, paz
y progreso”. En los salones palaciegos se respiraba tranquilidad, en la
calle de Plateros podía transitar la elite femenina para escoger las
novedades en joyas de oro y plata. Se dijo que México estaba preparado la
democracia. Tenía un excelente equipo, como
el abuelo de Santiago Creel en Washington, el
abuelo de Demetrio Sodi como operador político,
el abuelo de Martí Batres Guadarrama en inspección antropológica, el abuelo de
Carlos Slim en el sector comercial y tantos
apellidos que se repiten en los dos tiempos de la historia
nacional. ¿Por qué, los mexicanos de hoy
como en ese ayer que parece tan distante, son incapaces de valorar las
bondades de los conservadores? El señor Slim
Helú es el cuarto hombre más rico del mundo,
según Forbes, Santiago Creel es “el preferido” en la Operación Eloy, Demetrio
Sodi regresó a su verdadera militancia
partidista y Batres… “Nadie tiene derecho a poner en
riesgo la paz de México”, es la frase del señor Fox, hijo de un irlandés avecindado en Estados Unidos
con negocios en México y de una gallega que hizo la Patria que le fue
negada en España. Esas palabras indican cierta preocupación en el
residente de Los Pinos y obviamente, repercute en la sociedad
nacional. Parecería que es una amenaza al
viento a los casi 105 millones de mexicanos, marginados de las mieles
paradisíacas de los poderosos 270 apellidos que ostentan la propiedad del
80% de cuentas bancarias nacionales y con depósitos, tan solo en la banca
del sur de Estados Unidos, por 250 mil millones de
pesos. Deben entender los empobrecidos
contribuyentes que no es fácil tener dinero: Gastar en amurallar la casa,
pagar guardias personales y a la familia, vivir en el temor de que algún
familiar envidioso intente envenenar la comida, estar en la angustia de
ser secuestrado. Además, ya lo dijo alguien: El dinero es solo
vanidad. Tal vez sea por eso que las
despedidas del señor Fox, que anuncian su
permanencia atrás del señor Felipe Calderón, traen los recuerdos
nostálgicos de la Rielera, la Valentina, del Soldado de Levita, con el
sólo presentimiento de que en algún lugar, en algún momento, surgirán esos
hombre que hagan entonar: Me voy con Pancho Villa.. Un sentido adios. À | ||
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