Arcano |
Ortodoxia Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Apostó el presidente electo,
Felipe Calderón, a la dependencia económica del cuestionado Consenso de
Washington al designar con la aprobación del señor Fox al número 3 del FMI, a Agustín Carstens, como diseñador de su programa económico, en
medio de la renuencia de dar un bono sexenal a los burócratas y beneficiar
a los altos cargos con bono de retiro. John Williamson aceptó que su documento "What Washington Means by
Policy Reform" ("Lo
que Washington quiere decir por reformas políticas"), presentado en
noviembre de 1989 era “una lista de 10 políticas que yo pensaba eran más o
menos aceptadas por todo el mundo en Washington. Originalmente estaba
pensado para los países de América Latina”. Convertida en Teología
Neoliberal, exigió a los subdesarrollados: Disciplina fiscal;
Reordenamiento de las prioridades del gasto público; Reforma Impositiva;
Liberalización de las tasas de interés; Una tasa de cambio competitiva;
Liberalización del comercio internacional; Liberalización de la entrada de
inversiones extranjeras directas; Privatización; Desregulación y Derechos
de propiedad. Pese a las muchas severas
críticas como de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y ex-vicepresidente del Banco
Mundial, el Consenso de Washington se perfecciona en 1992: Mantener
controles de capital; Fijar objetivos de cuenta corriente; Definir rapidez
y grado de reducción de la inflación; Estabilizar el ciclo
económico. Incluye, además: Fijar utilidad
de una política de rentas y de congelación de precios y salarios; Eliminar
la indexación de las variables; Corregir fallos del mercado a través de
técnicas como la tributación compensatoria; Proporción de ingresos
fiscales y gastos en relación al PIB; Redistribuir deliberadamente la
renta en pro de la igualdad; Promover una política industrial y Definir
qué tipo de economía de mercado se va a seguir y priorizar control
demográfico y medio ambiente. Muchos críticos de la
liberación económica tales como Noam Chomsky y Naomi Klein, ven en el Consenso de Washington un medio para
abrir el mercado laboral de las economías del mundo subdesarrollado a la
explotación de compañías del primer mundo. En 17 años se concentró la
riqueza transnacional en 400 apellidos de Wall
Street en contraste con la extrema pobreza del
30% de la población mundial, ya que empobrece a los trabajadores y devasta
la democracia, como la ortodoxa negativa a entregar un bono de $2,500 a
los burócratas y beneficiar con un bono de retiro de $3 millones a los
foxistas. Las cifras aztecas del Banco
Mundial, pese al éxito pregonado por el autista del cambio fallido,
indican un crecimiento de 24 millones en extrema pobreza en 1995 a 49
millones en 2005, ya que 5 millones son excluidos al mejorar su condición
económica al haber sido expulsados de su lugar de origen y convertirse en
asilados económicos de Estados Unidos. Un artífice de esta cruda
realidad, es precisamente Agustín Carstens,
subsecretario de Hacienda hasta el 1 de agosto de 2003, sin que lograse
imponer en el Congreso de la Unión las supuestas “Reformas estructurales”
sugeridas por el Banco Mundial en febrero de 2001 y se integra como el
número 3 del Fondo Monetario Internacional. A sus 48 años de edad, casado
con la maestra de literatura en Washington, Catherine Mansell, se doctoró en Economía en 1985 de la
Universidad de Chicago y una Maestría en Economía en 1983 de la misma
institución, además de una Licenciatura en Economía del Instituto
Tecnológico Autónomo de México (ITAM) en 1982. Se observa, entonces, su
adoctrinamiento en la cuna de los “Chicago Boy” que diseñaron los
Evangelios de la Dictadura Transnacional sobre el mundo, por medio de los
Dos Gemelos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En la
última semana de 2004, en Hermosillo, Sonora, Carstens había pugnado por aplicar las “reformas
estructurales” como condición para detonar el crecimiento
económico. Se espera, entonces, la
profundización de la transnacionalización del
país, iniciada en 1982 por la tecnocracia priísta educada en Harvard, con los riesgos que conlleva de perder la
estabilidad social que, paradójicamente, llevará en los hombros el hombre
que había sido anunciado como su Secretario de Hacienda por el perredista López Obrador. À | ||
|