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Operación
Coscorrón Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Constituir a Tabasco como su
bastión, es la urgencia del perredista Andrés Manuel López Obrador. Es
creíble, entonces, que haya dispuesto la “Operación Coscorrón” para las
elecciones estatales del 15 de octubre, que ausente de las urnas a los
priístas y se garantice el triunfo de su candidato o, cuando menos,
permita judicializar el proceso
electoral. El objetivo es claro: El señor
López Obrador necesita llegar fuerte al 20 de noviembre a su protesta como
presidente “Legítimo” de, según sus cifras, un millón 200 mil fieles
habilitados como delegados, que lo aclamaron a mano alzada en el zócalo
del Distrito Federal en donde, anunció, instalará la oficina central de su
gobierno alterno. Por ello no se escatimó nada
para el cierre de campaña el 8 de octubre de su candidato, el expriísta habilitado apresuradamente de perredista, César Raúl Ojeda Zubieta. Estuvieron la gobernadora de Zacatecas,
Amalia García, hija del destacado priísta Espartaco García; el señor todo palacio, Marcelo Ebrard, operador del salinista Manuel Camacho en el sexenio que les costó
la vida a 355 militantes del sol azteca. Se ufanó en su discurso y
señaló: “Nunca van a poder decir que somos incongruentes”. Más
contundentes que las palabras son el silencio y la ausencia en el acto, de
los gobernadores de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel y de Baja California
Sur, Narciso Agúndez. Una fisura al interior del
partido a nivel nacional que se profundiza a nivel estatal, en donde la
selección de candidatos a presidentes municipales causó enfrentamientos
violentos entre corrientes. Las imposiciones generó cuando menos tres
corrientes al interior partidista lo que genera el fundado temor en el
señor López Obrador de la derrota de su
candidato. Se recuerda que en el Estado de
México, el fallido aspirante presidencial determinó la postulación de
Citlali Ibáñez, conocida como Yeidkol Polevsky, que llevó
a la derrota al partido y su fractura en tres corrientes, insalvables a la
fecha. La fórmula se repitió en Tabasco y sus resultados son
previsibles. Con estos elementos, se hace
creíble que existe la “Operación Coscorrón”, sustentada en el principio de
“tenga para que aprenda”, y que se presentó con su cruda realidad en la
agresión que sufrió el 26 de septiembre, Rusbel
Sánchez Domínguez, militante del PRI, cuando pegaba propaganda política de
Evaristo Hernández Cruz, en Ciudad Industrial. El agresor fue identificado
como Javier Morales Cabrales, dirigente perredista y hermano del dirigente de la Unión de
Industriales de la Masa y la Tortilla de Tabasco, Raúl Morales Cabrales. La intimidación alcanza niveles
peligrosos. En la madrugada del 8 de octubre, horas antes del cierre de
campaña solaztequista a gobernador, unos sujetos
no identificados a bordo de dos camionetas, una suburban con logotipos de la coalición lopezobradorista con placas VL-6718 de Tabasco y una
pic up desconocida, hicieron disparos al aire
frente a la casa de campaña del candidato tricolor a gobernador, Andrés
Granier Melo. Indicios que muestran la
presencia de grupos de choque identificados por la agencia oficial Notimex como los “Pacho Villa”, el Grupo Pantera,
macheteros de San Salvador Atenco y del Consejo
General de Huelga que paralizaron a la UNAM, en Cárdenas, Jalpa, Jonuta y Macuspana, este último, el lugar en donde nació el
señor López Obrador. La estrategia es clara, máxime
que el entristecido ex candidato presidencial advirtió recientemente: “No
van a decir que ni siquiera en mi tierra gano”, y que converge en la
necesidad de contar con una retaguardia sólida después de que en su
triunfo en Chiapas, Juan Sabines Guerrero, se
mostró favorable a reconocer al panista Felipe
Calderón. Convertir a Tabasco en ese
bastión es de urgencia para que protegido por los oaxaqueños asentados en
el Distrito Federal, pueda asumir su autoproclamado cargo de “presidente
Legítimo” y cumplir su promesa de “traer a mecate corto” al presidente
Electo. Así, los tabasqueños tienen la palabra del futuro inmediato de
México. À | ||
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