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¿Estadista o
Político? Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ En los periodos de crisis las
naciones estado tienen dos opciones: Superar la adversidad o precipitarse
al enfrentamiento fratricida. En el primer caso se requiere de un
estadista y en el segundo de líderes que aglutinen la inconformidad y
conduzcan la violencia social hacia la destrucción de instituciones
incapaces de dar respuesta a las necesidades
mayoritarias. Un escenario en donde el simple
político o político simple, inmerso en la retórica, es incapaz de ofrecer
resultados en los hechos para atender el justo reclamo social, por la
perversión del concepto de la política, reducida al arte del engaño para
obtener beneficios personales que le comprometen con los inversionistas de
sus actividades. En tanto el término estadista
implica definir a un líder político con capacidad de liderazgo, creación
perenne, visión u horizonte, incapaz de someterse a coyunturas episódicas
y motines sospechosos contra la razón y la ley. Necesita estar intelectual
y psicológicamente capacitado para crear con programas doctrinarios de
gobierno, urgentes y futuros. Un líder capaz de reconocer sus
propias limitaciones para rodearse de personas capaces en la organización
y planificación en el inmediato, mediano y largo plazo, con tolerancia
incluyente de los diversos sectores que coadyuven al diseño y ejecución de
un proyecto de nación, concepto vilipendiado por los modernos teólogos de
la fe imperial. Con estos elementos, emerge la
pregunta: ¿El señor Felipe Calderón Hinojosa, presidente Electo,
responderá como estadista o como político a la difícil tarea que buscó y,
oficialmente, se le concedió? Desde la derrota, el señor Andrés Manuel
López Obrador ¿buscará consolidarse como estadista o se perderá en la
ambición del liderazgo político? Retóricamente, el michoacano ha
convocado a la “conciliación” que, en los hechos, se redujo a una carta de
felicitación a los legisladores priístas con una reunión cupular muy discreta con los debilitados dirigentes
del tricolor tanto en el partido como en las coordinaciones legislativas,
por sus compromisos con grupos de poder
peligrosos. En el discurso, Arturo García
Portillo, secretario de Acción electoral del PAN insistió en su
disposición al diálogo con los partidos de la Revolución Democrática,
Convergencia y del Trabajo, pero hay un resbaló al señalar: "De nuestra
parte existe la disposición. Más bien hay que preguntárselos a ellos.
Nosotros mantenemos la disposición al diálogo, y eso no tiene que ver con
plantones o no plantones. Es una convicción profunda de nosotros".
Parecería que desde el cómodo
trono de la soberbia se espera a que los impugnadores del proceso
electoral presidencial se sometan con docilidad y busquen la negociación,
cuando la exigencia ciudadana es que el vencedor muestre su madera de
estadista y con la fuerza de la razón y de la ley, asuma el liderazgo y
construya los caminos del diálogo incluyente. En palabras del ex candidato
presidencial de Costa Rica, Antonio Álvarez Desanti, ante Logia Masónica de Costa Rica el 27 de
agosto de 1999: “Necesitamos rescatar a los
políticos con liderazgo, a aquel político que cada día deje de ser menos
político y sea más estadista, a aquel político-estadista que le presente
al país realmente las alternativas de lo que busca hacer en esta sociedad
y de cómo pretende lograrlo”. Añadió el costarricense: “aquel
político estadista que nos diga abiertamente y sin tapujos hacia dónde se
dirige nuestro desarrollo, cuáles van a ser las bases y las
transformaciones económicas para lograr ese desarrollo, cuáles van a ser
la reglas que van a operar en el mercado laboral, en los programas
sociales, en las inversiones educativas, y en la infraestructura, y así
sucesivamente en los grandes temas del quehacer
nacional”. No basta, entonces, con
declarar a la prensa que en el programa de gobierno del señor Felipe
Calderón se incluirán las justas demandas de los empobrecidos mexicanos
que votaron por la coalición que encabezaba el PRD, sino que se muestren
los hechos de esa visión incluyente para dar certeza a los diversos
sectores sociales y de la producción de que se diseñará un proyecto de
nación que recupere la esperanza de todos los
mexicanos. Aún es temprano. Empero, el
futuro nos alcanzó. À | ||
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