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Golpistas Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ ¿Mesura y prudencia del señor
Vicente Fox al entregar su VI Informe y
retirarse o pusilanimidad para preservar la autoridad de la investidura
presidencial? Sentimiento de vacío. En el ejercicio de gobernar perdió la
Gran Tribuna legislativa y redujo el acto republicano al soliloquio
confortable de la cadena nacional. Hay quien piensa que la toma de
la Tribuna de la Cámara de Diputados, encabezada por Carlos Navarrete con
los otros 148 legisladores, fue un castigo para el ex gerente de una
transnacional por su injerencia en el proceso electoral a favor del
candidato de su partido, el PAN, Felipe Calderón, que será proclamado
Presidente electo por el Trife. Sin embargo, fue lo mejor. Por
lo menos para él que nada tenía que informar. Y frente a los camarógrafos,
productores y asesores, impecablemente maquillado habló imperturbable. Un
discurso plano y sin contratiempos favorable a quitar la imagen pública de
su tendencia a la irritabilidad cuando enfrenta cuestionamientos y que no
puede razonar en el debate. Cumplió con base en el artículo
69 Constitucional. El mandato de la Carta Magna no le obliga a entregar el
Informe al Pleno. Y lo dio en la antesala. Leyó su mensaje político sin
impugnaciones, en la comodidad palaciega. Convencido de que todos le
creyeron. Y está satisfecho. ¡Más vale la graciosa huida que la apasionada
entrega! Así fue siempre. Sin embargo, hay omisión y
mostró una peligrosa debilidad de la investidura presidencial. Dejar hacer
dejar pasar en aras de una supuesta democracia, para resignarse a la queja
plañidera pública del hombre que juró respetar y hacer respetar los
preceptos constitucionales y las leyes que de ella emanen, ¿qué opción le
deja al ciudadano de la calle? ¿Ante quien se
queja? Una cosa es la democracia con
operadores que busquen y reafirmen los canales políticos y otra muy
distinta la anarquía en donde el vacío de poder anula el Estado de Derecho
de las instituciones y, en la tierra de nadie emerge la Ley del más fuerte
impuesta por la violencia y el terror de personas y grupos que atienden
sus intereses por encima de la nación. El futuro es incierto, máxime
que el panista Jorge Zermeño Infante, fallido aspirante a gobernar
Coahuila, en su calidad de presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de
Diputados mostró incapacidad para reencausar el diálogo y ordenar el
trabajo legislativo. Y su falta de oficio político pone en riesgo la
transmisión de poderes el 1 de diciembre. Mientras que la causa del
tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, al ganar por un golpe de fuerza la
Gran Tribuna legislativa perdió cualquier posibilidad de reposicionarse en
el ánimo de los electores, ya que los perredistas confirmaron su intolerancia al impedir que
el PAN fijase su postura política y al Ejecutivo le conculcaron su
obligación de informar al país. Una situación que parece no
importarle al señor López Obrador al expresar: “Que se vayan al diablo con
sus instituciones”. Se ensoberbeció. Siente que le ganó al señor Fox la partida por la sucesión presidencial. Está
dispuesto a oficializar su autoproclamación como
Presidente de todos los mexicanos que adelantó a los televidentes
estadounidenses. Con mujeres y niños fortalece
el sitio impuesto al Distrito Federal. Es precavido ante una posible
respuesta oficial de fuerza. Sabe que está fuera de la legalidad. Que sus
proclamas desafían al gobierno constitucional. Y una acción de fuerza
gubernamental la usaría en forma mediática, ya que, hasta donde se sabe,
carece de fuerzas regulares que le apoyen. Sin embargo, la historia es
clara. Muestra que los aventureros que polarizan la debilidad de un
gobierno, lo único que generan son las condiciones para un Golpe de
Estado. Favorecería la impunidad de los saqueadores, al negocio de venta
de armas de las transnacionales y el Imperio cobraría la factura a quien
obtenga el triunfo sobre la sangre de millones de
compatriotas. À | ||
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