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Cohabitación Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Será proclamado Felipe Calderón
como Presidente electo. Será un Mandatario minoritario. El panista representa el 14% de la población nacional y
el 21% del padrón electoral. Es su máxima debilidad para garantizar la
gobernabilidad y cumplir sus promesas de reactivar la economía nacional.
Requiere, entonces, incluir a las otras fuerzas
políticas. Dicho de otra forma: La única
opción posible para reencausar en paz y armonía, los destinos de la
Nación, es la cohabitación gubernamental en donde el Jefe Ejecutivo se
fortalezca con la corresponsabilidad de los representantes de los otros
partidos políticos al incluirlos en las diferentes carteras del gobierno
federal. Es cierto que esta figura es
inexistente en la Carta Magna y sus leyes normativas. Por lo que es
difícil exigir su ejecución. Empero, tampoco existen disposiciones
jurídicas para integrar el gabinete federal única y exclusivamente con
militantes de un determinado partido político por lo que existe la
posibilidad política de inaugurar en México la
cohabitación. La razón es política y responde
a las deficiencias del sistema electoral mexicano que, al carecer de una
segunda vuelta en los comicios, el triunfador del proceso llega con una
escasa representatividad, soslayada en la primera administración opositora
engolosinada y que cayó en el autoritarismo de los cazadores de talentos
que causaron el vacío de poder. Recuérdese que el señor Vicente
Fox asumió la Presidencia con menos del 28% del
padrón electoral y menos del 18% de la población nacional. Se invistió
como el Mesías del cambio y aplicó su doctrina transnacional, en donde el
diálogo se reduce a la orden gerencial acatada por los cuadros inferiores.
Y se perdió la gran oportunidad democrática del
país. Hay historia. Allá por 1857, el
conservador Ignacio Comonfort ganó la
Presidencia y el liberal oaxaqueño Benito Pablo Juárez García es
Presidente de la Suprema Corte de Justicia. La cohabitación entre
conservadores y liberales se rompió por la debilidad de Comonfort ante las presiones del alto clero político
para desconocer la Constitución. Evitar la confrontación
violenta exige, entonces, que se respete el juramento al asumir el cargo
de Presidente en el Congreso de la Unión, y con responsabilidad histórica,
incluir a los adversarios que, si bien no alcanzaron el triunfo electoral,
en un caso casi le igualó en los porcentajes minoritarios y en otro,
existe estructura nacional. La mesura y la prudencia del
candidato triunfador debe alimentarse con el ejemplo que se dio al
integrarse la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, presidida por el
panista Jorge Zermeño
Infante que responderá el Sexto y último informe del señor Vicente Fox y deberá imponer la Banda Presidencial a su
correligionario Felipe Calderón Hinojosa. Sin embargo, las 3
vicepresidencias estarán a cargo de la panista
Elena Álvarez, la perredista Ruth Zavaleta y el priísta Arnoldo Ochoa y en las
secretarías estarán el pevemista Antonio Javier
López Adame, Jacinto Gómez de Nueva Alianza y la
perredista María Eugenia Jiménez
Valenzuela. Es decir, que si la tozudez del
tabasqueño Andrés Manuel López Obrador impide un diálogo directo, existen
políticos responsables como Jesús Ortega Martínez que bien podría ocupar,
por ejemplo, la Secretaría de Gobernación, como reconocimiento a la
segunda minoría en las urnas y en la subsecretaría la priísta Dulce María
Sauri Riancho. Lo urgente que exige la
cohabitación debe abrir espacio a lo prioritario que es el
perfeccionamiento del sistema electoral, con la reducción de los tiempos y
gastos de campaña para permitir la posibilidad de una segunda vuelta entre
los 2 ó 3 candidatos punteros, lo que garantizaría por lo menos una
mayoría relativa al triunfador. Para frenar las presiones del
alto clero político, el Presidente electo podría considerar la necesidad
de contar con un contrapeso, que histórica y moralmente le corresponde al
Consejo Masónico Mexicano presidido por el doctor en derecho Carlos
Quintanilla Yerena. Elementos estratégicos para
exorcizar los demonios de la violencia y reencausar la gobernabilidad en
bien de la Nación. El indicio lo dio Felipe Calderón con la carta que
envió a cada uno de los diputados federales priístas. Faltan los
demás. À | ||
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