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Convocatoria Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Frente al peligro inminente de
la violencia política, el Consejo Masónico Mexicano convocó a sus miembros
a ponderar el diálogo y la tolerancia en los diferentes sectores en que
desarrollen sus actividades cotidianas, al concluir su Cuarta Reunión
Nacional en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. El llamado de los dirigentes y
ex dirigentes de 17 grandes logias de las 23 en el país, responde a la
urgencia de frenar la soberbia y la ambición personal de los contendientes
en el proceso electoral presidencial pasado, que muestran signos de
encaminarse hacia la confrontación para obtener el poder con el aderezo de
la intromisión del clero político. Se puede observar un diálogo de
sordos entre los dos candidatos que, según el IFE, tienen apenas una
diferencia del 0.58% de votos, en donde cada uno dice su verdad y
descalifica al adversario sin observar que el abstencionismo fue el
verdadero ganador del proceso electoral del 2 de julio pasado, que indica
la falta de representatividad de los partidos. Con base en el tercer párrafo
del Artículo 41 Constitucional: “Los partidos políticos tienen como fin
promover la participación del pueblo en la vida democrática” y en el
párrafo octavo se manda que “la organización de las elecciones federales
es una función estatal que se realiza a través de un organismo público
autónomo”. Un partido, en tanto, se
entiende como “parcialidad o agrupación de los que siguen una misma
opinión o interés”, y con base en las leyes mexicanas, deben presentar
documentos de Principios y Programas de trabajo que respondan a la
pluralidad de pensamiento de los mexicanos y con libertad, afiliarse o
simpatizar con los que le sean afines. Se infiere, entonces, que un
partido es una fracción del todo nacional, por lo que su verdad es
relativa y en la competencia democrática, proponer a los contribuyentes
sus programas de gobierno en lo económico, político y social, para obtener
el beneplácito de la mayoría y que, en los países europeos, al ser
minoritarios aceptaron la cohabitación para
gobernar. La altura de miras de los
políticos, por lo menos en Europa, es su país. Tan distantes y tan
distintos de los que ejercen la política en México. El panista Felipe Calderón dice que invitó al PRI a
incluirse en la próxima administración. Una acción un poco tardía y que
respondió a la impugnación del PRD al que excluyó de sus buenas
intenciones. El señor Andrés Manuel López
Obrador adoptó su perfeccionada imagen de víctima del sistema para iniciar
un movimiento contestatario disfrazado de resistencia civil, para ocultar
en la impugnación sin pruebas o con deficiencias en el procedimiento
impugnador del proceso, su verdadera intención de confrontar a las
instituciones si el fallo es adverso. Con artimañazas que van desde
negarse a dar entrevistas a los medios para mostrar un falso cerco
informativo, hasta la denuncia sin pruebas contra funcionarios
electorales, el señor López Obrador acudió a las fórmulas antiquísimas en
la movilización de masas, sin que se digne a informar el origen de los
millonarios recursos en su cruzada personal. La confrontación se genera en
dos hombres que juntos alcanzan unos 29 millones de votos de los 71
millones del padrón electoral y contrastante con los 105 millones de
mexicanos en el territorio nacional, lo que hace difícil adjudicarles la
razón sobre su verdad proclamada en México y en el mundo, con
descalificaciones y en la orfandad de programas. El PRI, por su parte, al
abrirse al juego democrático después de 70 años de ejercer el poder y
luego de perder la Presidencia en el 2000, se dice que por la traición del
señor Ernesto Zedillo comprometido con el señor
Bill Clinton por los
créditos de emergencia a cambio de cumplir la alternancia partidista, fue
incapaz el partido de ajustarse a los nuevos
tiempos. De hecho, desde 1982 se olvidó
de su plataforma de principios heredados de la Revolución Mexicana al
asumir el sofisma de la modernidad económica y que había sido diseñada por
Harvard para favorecer la tiranía de las
transnacionales y, lo más grave, fue la disciplina de los políticos para
someterse a la designación de candidatos sin la mínima
militancia. Paralelo al crack bursátil se
dio el cisma y éxodo de políticos del PRI en 1987 y después del que se
cree, fue el despojo del triunfo electoral en 1988 como Frente Democrático
Nacional pasó a integrarse en partido, el PRD, en 1993, logrando el máximo
éxito electoral en 1997 con 7 millones de votos que le permitió a
Cuauhtémoc Cárdenas gobernar el D. F. Si ninguna de las tres fuerzas
políticas con mayor militancia fue capaz de alcanzar los 36 millones de
votos para representar el 50% más uno, es urgente que recapitulen y se
abran al diálogo con tolerancia y prudencia, como lo planteó el Consejo
Masónico Mexicano, antes de invocar la violencia en retóricas de
confrontación hacia un camino sin retorno. À | ||
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