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Déspotas Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ México se encuentra entre el
despotismo absoluto y la democracia representativa. Una lucha por el poder
en donde la negociación política perdió su razón de ser. El enfrentamiento
es frontal. Y el resultado es previsible: Usar a la fuerza pública para
preservar las instituciones nacionales o dejar que se despeñe el país en
la violencia. Los hechos son palpables: De la
impugnación postelectoral se pasó a la protesta contestataria disfrazada
de resistencia civil pacífica para mostrarse abiertamente el 13 de agosto
como la lucha por el poder al asumir la facultad presidencial de dar el
Grito del CXCVI Aniversario del Movimiento de Independencia y cancelar el
desfile militar. Un día después, por orden del
Señor Todo Palacio, Marcelo Ebrard Casaubon, legisladores perredistas intentaron tomar el Palacio de San Lázaro
para impedir el Sexto y último informe del señor Vicente Fox. La provocación perredista a los policías se intentó ocultar con la
queja de que se violaron sus derechos políticos, al fracasar la
operación. Para el 15 de agosto se disipó
la duda. Alejandro Encinas en funciones de Jefe de Gobierno capitalino
declaró que el país está al borde de pasar de un conflicto post electoral
a una crisis política institucional y horas después, su patrón, el señor
López Obrador se sintió la encarnación de Emiliano Zapata y lanzó su
convocatoria a la “Convención Nacional Democrática Por el Bien de Todos”,
con base, dijo, en el artículo 39 de la Constitución, a partir del 16 de
septiembre en el Zócalo capitalino. Verdades a medias. Es cierto
que el Artículo 39 Constitucional señala: “La soberanía nacional reside
esencial y originalmente en el pueblo” pero se cuidó de soslayar el
Artículo 40 en donde se plasma que “es voluntad del pueblo mexicano
constituirse en una República representativa, democrática, federal,
compuesta de Estados libres y soberanos”. El régimen Republicano fue
adoptado en el decreto constitucional de 1814 que se intentó usurpar por
Agustín de Iturbide al proclamarse Emperador del
19 de mayo de 1822 al 19 de marzo de 1823 y el principio fundamental de la
organización política en su carácter de “democracia representativa” se
consolidó con el Constituyente de 1857 y el de
1917. Se recuerda a Ponciano Arriaga: “La democracia es el mando, el poder, el
gobierno, la autoridad, la ley, la judicatura del pueblo. El se manifiesta
por su libertad, se consuma y perfecciona por la fraternidad” y el
Artículo 41 Constitucional precisa el concepto: “El pueblo ejerce su
soberanía por medio de los Poderes de la Unión…” En el párrafo tercero del mismo
artículo se ordena: “Los partidos políticos tienen como fin promover la
participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la
integración de la representación nacional y como organizaciones de
ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder
público (…)” Sin embargo, el señor López
Obrador convoca a su Convención Nacional Democrática bajo el pretexto de
ajustarse al artículo 39 Constitucional para “cambiar al gobierno”, bajo
el supuesto de que “todo el pueblo” son los 14 millones 756 mil 350 votos
que recibió en las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2006, el
14.05% de la población nacional. Burla, entonces, el mandato
constitucional de la representatividad del pueblo en el Poder Legislativo
y al convocar a sus seguidores partidistas al “cambio de gobierno” es una
proclama que desafía a las instituciones constitucionalmente establecidas,
lo que de hecho, es la transición de la protesta contestataria a la
insurrección al margen de la ley. Gerardo Fernández Noroña,
vocero del PRD parece intuirlo: "Así es que nos adentramos a un terreno
desconocido, ha sido una situación inédita, ha sido una situación de
confrontación, por más legal y pacífica que sea, confrontación que se
viene agudizando y que nosotros quisiéramos no se diera pero, como
comentábamos, no vamos a aceptar un retroceso democrático en el país"…
aunque para ello impongan el despotismo
absoluto. Se alejan los perredistas de la doctrina juarista que encarnó el
deber y la obediencia a la ley y se acercan a los despotismos y dictaduras
de Antonio López de Santa Anna, Maximiliano de
Habsburgo, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, con
la agravante de que ellos organizaron ejércitos y no se escudaron en
mujeres y niños para garantizar su impunidad. Ya en 1983 el escritor
estadounidense, Tim Wolforth, había observado a "una gran conspiración en
contra de la humanidad (que) se ha organizado en dos continentes y se está
apoderando del mundo. Si no se le enfrenta y se le despoja de inmediato,
llevará a terribles convulsiones sociales y a la destrucción de la
civilización o al establecimiento de un despotismo absoluto". Es la moneda
real que está en el aire. À | ||
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