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El Tercer
Pasajero Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Los opuestos marchan alegres,
hacia la destrucción. Bajo el pretexto de defender a la democracia. Sin
que los encargados de preservar la Ley y las instituciones creadas con la
sangre de millones de mexicanos, observen la ingobernabilidad que
desmorona a México. Y los impugnadores proclaman sus derechos sobre los
derechos de los demás. Se escudan en sus propios
dogmas sin preocuparse de caer en contradicciones, en incongruencias. Son
los dos bandos que se disputan el poder. Empero, se siente una mano
oculta. Un tercer pasajero anónimo que mueve los hilos en la oscuridad.
Sediento de sangre para desolar a una nación y apoderarse de sus recursos,
su riqueza natural. Como si se quisiera cumplir la
profecía escrita en los 80 por Carlos Fuentes en “El Espejo Enterrado”:
Destazar al país. El Norte propiedad de Estados Unidos, el Sur de
Alemania, el Occidente de Japón, el Oriente a China y lo que alguna vez
fue una Nación de 2 millones de kilómetros cuadrados, reducido al Distrito
Federal sin salida al mar. Sin percatarse de la
trascendencia, los “modernos” dogmáticos derechistas y de la supuesta
izquierda, celebraron la división del país en dos con base en las cifras
preliminares del IFE: El Norte con 15 millones 284 mil al PAN y el Sur con
14 millones 756 mil 350 al PRD y se había enterrado a la “dictadura” del
PRI nacional con 9 millones 301 mil 441. Un sofisma mediático. Una
partición con base en la votación de 41 millones 791 mil 322 que
representan el 58.57% del total inscritos en el padrón electoral de 71
millones 350 mil 976 con credencial de elector. Entonces: ¿Los 29 millones
559 mil 654 mexicanos restantes no pertenecen al Norte o al Sur de México?
Representan el 41.43% de electores. Siguiendo la “lógica” de los
dogmáticos y con base en las cifras preliminares del IFE, el Norte “derechizado” lo representa el 35.89% y el Sur “izquierdizado” 35.31% del total de electores, que no
son todos los mexicanos si consideramos las estimaciones de la población
nacional de 105 millones de habitantes (sin contar a los emigrados), que
darían una representatividad “derechista” de 14.28% y de la “izquierdista”
por 14.05%. Sumados los dos porcentajes
representan 28.33% de la población,
que está muy lejos de mostrar y mucho menos probar que México está
divido en dos, lo que llevaría a preguntar: ¿Esta minoría en dos bandos
que se disputa el poder, tiene derecho de conducir al precipicio de la
violencia al 71.67% de la población? La retórica incendiaria del
perredista tabasqueño, Manuel Andrés López
Obrador (como aparece en su acta del registro civil), ha filtrado la
conciencia de sus seguidores hasta el dogma. Un correo electrónico de
Gabriel (Gabo) del Río, se sorprende que “siendo
periodista esté tan mal informado y sostengas infundios” de la derecha. Líneas abajo dice: “científicos
y académicos han demostrado fehacientemente que el conteo y el manejo
mediático que le acompañó da muestras claras de un manejo grosero y sucio,
tendiente a favorecer al candidato de la ultraderecha, a quién tú ahora
apoyas con el argumento de que ‘le haría menos daño al
país’". Argumentos coincidentes con el
estimado periodista Julio Pomar que en su columna Palenque del 8 de marzo
concluye: “El México
conservador y reaccionario está decidido a no dejar el poder. Pero la
pregunta es: ¿lo logrará?” Podrían tener razón, empero,
con base en el derecho y las instituciones que tenemos, el impugnador debe
probar y no sustentarse en indicios o supuestos, como es el ejercicio de
algunos “intelectuales” o “académicos” y el equipo jurídico del señor
López Obrador presentó recursos (deficientes) únicamente en 2 mil 294
casillas, el 1.75% del total. ¿Por qué no presentó recursos
en las 69 mil 706 que completan las 72 mil que
dice? La contradicción del señor
López Obrador al denunciar el “gran fraude cibernético” apoyado por los
indicios lejanos a las computadoras en que se llevó el cómputo preliminar
y pasar después a la queja de que siempre no, que fue a la “antigüita” le
lleva a la incongruencia de sitiar al Distrito Federal para “presionar”,
así lo dijo, al TRIFE porque supone y no probó, que “desde el centro está
siendo presionado por poderosos”. ¡Actuar al margen de la Ley
para defender la Ley! Y sus seguidores instalan un Estado dentro de otro
Estado, sin importar el derecho de los demás ciudadanos y agredir a los
reporteros que llevan a los medios las actividades de una supuesta
resistencia civil que se adjudica el derecho de violentar a las
instituciones con la complacencia gubernamental. Convergen, entonces, los dos
polos, uno al incitar y organizar la violencia y el otro por omisión en el
cumplimiento de sus deberes, que prepara el terreno para ese misterioso y
oculto tercer pasajero que espera ganar al vender armas a dos bandos en
que se inmolen 15 millones 750 mil mexicanos y convertir en Estado Libre
Asociado al país. À | ||
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