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Repercusiones Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ En medio de la vorágine
impugnativa del proceso electoral que deberá resolver el TRIFE, los temas
nacionales parecen desplazados a segundo lugar, pese al desafío creciente
del narcotráfico y los signos de corrupción de la administración saliente,
que heredarán al próximo presidente un panorama bastante complejo y
difícil de resolver. Pese a que los legisladores
actuales ya bajaron la cortina y de que los entrantes empiezan a bosquejar
su nueva realidad minoritaria en el Congreso de la Unión, existen
pendientes que, afortunadamente, diputados como Jesús González Shmall de Convergencia, atienden responsablemente por
afectar la salud política y económica del país. El legislador esperaba que hoy
se presentaran ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal, Miguel Khoury y Manuel Bribiesca Sahagún, como
indiciados por falsedad de declaración al negar su relación como socios en
una empresa que habría sido beneficiada en sus negocios con el gobierno,
por la influencia del hijastro del presidente. Un tema crucial por representar
la punta del iceberg de la corrupción que implica empresas estratégicas
para el presente económico del país, como serían esas relaciones con PEMEX
y la infamia del IPAB (hijo bastardo del
FOBAPROA) que hipotecó el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos,
en donde la impunidad pondría en riesgo del destino del
país. Sus repercusiones económicas
son visibles en la repartición de la miseria con sus efectos colaterales
de desempleo y la inseguridad y, la impunidad se reflejan en el baño de
sangre provocado por el creciente como desafiante narcotráfico. En
política, la ausencia en las urnas indica que ningún partido, por más
impugnador que sea, representa a la mayoría. En términos de la elección
presidencial, el PAN y el PRD representan abajo del 15% de la población
total y con base en el padrón electoral, alcanzan menos del 21% de
representatividad, lo que en términos llanos, los dos representan minorías
y por lo tanto, es difícil pensar que sus programas de gobierno
responderán a los intereses mayoritarios. Por lo tanto, jurídicamente.
la resolución final del Tribunal Federal
Electoral legalizaría al presidente electo, lo mismo si confirma el
cómputo del IFE a favor del panista Felipe
Calderón Hinojosa con 0.58% arriba de su cercano competidor, que si
accediese por encima de la ley a la presión perredista y diese un dictamen favorable al tabasqueño
Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, ninguno puede
aspirar a la “legitimidad” que en términos democráticos, exige el 50% más
uno, ya que en términos de población nacional, necesitarían 50.5 millones
de votos y en relación al padrón nacional deberían ser votados por 36
millones de electores. Por otra parte, el próximo
presidente enfrentará un Congreso de minorías con las que deberá negociar
cualquier acción de gobierno, es decir, tendrá que ceder a los intereses
personales y de grupo de esas minorías y salvaguardar los intereses de su
propia minoría, lo que deja de lado cualquier perspectiva de atender a las
mayorías. Es en este escenario en donde
cobra importancia el trabajo del diputado federal, Jesús González Shmall, para concretar la investigación sobre el
supuesto tráfico de influencias de los hijastros del señor Vicente Fox, y que confirmó la falsedad de declaración por el
testimonio el 21 de julio del empresario guanajuatense Marcelo
Palestra. La razón: Que si se confirma al
panista Felipe Calderón, difícilmente se hará
justicia al pueblo de México y en el remoto caso de que fuese Andrés
Manuel López Obrador, existe el riesgo de que lo utilice para sus
negaciones personales como sucedió con un millonario contrabando de ropa
china que le permitió negociar la suspensión de su
encauzamiento. À | ||
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