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Cínicos Por Mario Luis ALTUZAR
SUÁREZ Hay desacuerdo con el hoy
perredista zacatecano Ricardo Monreal Ávila. Observa que la única
diferencia entre el fraude electoral de 1988 y el de julio de 2006 es que
ahora el PAN actúa “como el PRI más arcaico” para intentar justificar el
anuncio de “medidas más radicales” del PRD a partir del 30 de
julio. La razón es que existen otras
diferencias. Como sería que los artífices que usurparon el mandato de las
urnas en 1988, ahora se encuentran en las filas perredistas quejándose de lo mismo y que ante el
capital político del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador en donde
existe la ausencia de antecedentes de izquierda, es difícil darles
credibilidad. En la memoria política existe
el registro de la convocatoria “para partirles la madre” del recién electo
diputado federal priísta, Ricardo Monreal Ávila a sus correligionarios en
el Palacio de San Lázaro, en referencia a las huestes de Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano que reclamaban el triunfo del candidato del Frente
Democrático Nacional. Un tiempo en que el zacatecano
se beneficiaba como militante del “PRI más arcaico como un partido hegemónico” y
aplaudía al priísta poblano Manuel Bertlett
Díaz, en su patriótica intervención en la caída del sistema de cómputo
para darle elementos al comiteco Jorge de la Vega Domínguez y pudiese
anunciar el supuesto triunfo de Carlos Salinas de
Gortari. Días en que compartió el
activismo priísta legislativo con la colimense Socorro Díaz Palacios, hoy
investida de perredismo, y que culminó con el
oportuno incendio de la Cámara de Diputados con el que desaparecieron las
huellas de la acción del “Torquemada de Bucareli” que, curiosamente, también se desgarra las
supuestas vestiduras democráticas. Hay más. Monreal Ávila dijo:
"No puede ser que estos personajes sean los puentes principales para la
reconciliación. De ser así, son puentes que nacen desde ahora muertos" en
relación a la posición de Josefina Vázquez Mota, de convocar al diálogo a
los partidos y respetar la atribución legal del TRIFE para resolver las
impugnaciones. La fuerza de la costumbre
parecería que le traiciona si se recuerda que el autoproclamado ideólogo
del salinismo y actual perredista, Manuel Camacho Solís con el apoyo del
nieto de Porfirio Díaz Mori, lograron una
reunión secreta en la casa de Manuel Aguilera Gómez con Cuauhtémoc
Cárdenas para “convencerle” de evitar un derramamiento de
sangre. Tuvieron éxito, ya que se
desactivaron las movilizaciones que llenaron el Zócalo del Distrito
Federal mientras que el panista Manuel de Jesús
“el Maquío” Clouthier
organizó un gobierno paralelo que desapareció con su muerte en un supuesto
accidente de carretera, días después de que Monreal, Díaz Palacios, entre
otros, ungieran al nuevo presidente. Pudiese argumentarse que de
hombres es errar y de sabios rectificar para justificar a los cercanos
colaboradores del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Empero, Ricardo
Monreal y Socorro Díaz, después de ser ignorados en el PRI llegaron al PRD
para buscar cumplir su ambición de gobernar sus respetivos
estados. Los dos perredistas y Camacho ocuparon cargos distinguidos en
el sexenio priísta que le costó la vida a 455 perredistas. El único antecedente
izquierdista de López Obrador es su amistad con Graco Ramírez Garrido Abreu del Partido Socialista,
mientras servía y después traicionaba a los priístas que le tendieron la
mano y le ubicaron en sus gabinetes estatales: Leandro Rovirosa Wade, Enrique
González Pedrero (lo hizo presidente del PRI- Tabasco) y Salvador Neme
Castillo. Pero para Ricardo Monreal
Ávila, en 1988 cuando era diputado priísta, "en aquella época, debo
reconocer, los operadores políticos tenían habilidad e inteligencia,
aunque el cinismo fuera una característica que se mantiene a la fecha
inalterable". Una confesión: “en el cinismo que se mantiene inalterable”
en la convocatoria a la resistencia civil. À | ||
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