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Exequias Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ Costó trabajo. Pero se
consiguió. Después de 19 años. Con las exequias del PRI se bautiza el
bipartidismo en el poder político mexicano. ¿Lo moderno? Al consumarse la
Independencia se polarizó entre escoceses y yorquinos. ¿Lo nuestro? Desde 1987 la Universidad de
Harvard “sugirió” la alternancia bipartidista en
la democracia. El Waterloo tricolor se explicaría con el fracaso del
estratega queretano Mariano Palacios Alcocer desde el momento mismo de la
selección de sus candidatos a cargos de elección popular federal y local,
con el necesario aval del tabasqueño Roberto Madrazo, incapaz de conciliar los diferentes intereses
de grupos y las diversas corrientes internas. Un punto que se ignoró por la
soberbia de sentir que se anuló a la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo Morales y de haber vencido, se
dice que no tan limpiamente, la corriente interna conocida como TUCOM con
su propuesta alterna del mexiquense Arturo Montiel para una contienda interna. La diferencia
entre sentimiento y hecho dio sus resultados. Sin embargo, existen indicios
anteriores. La Universidad de Harvard que diseñó
la teología de la globalización, “sugirió” en 1987 que el termómetro para
medir la salud democrática de una nación, es la “alternancia partidista”
en el poder, en donde se infiere la aplicación del modelo estadounidense
bipartidista que cambia el partido sin afectar la
continuidad. Curiosamente, en ese año,
México registra dos hechos relevantes: El crack de la bolsa en que surgen
los nuevos ricos con capacidad de adjudicarse el remate de las empresas
del Estado y la “purga” de políticos del PRI en donde se deslindó el
tabasqueño González Pedrero, y que de un Frente de coyuntura en 88 se
consolidó en 93 en un partido, el PRD. Era temprano para el
bipartidismo. Al poblano Manuel Bartlett Díaz se
le cayó el “sistema” cibernético y se “convenció” a Cárdenas, en una
reunión en casa de Manuel Aguilera, de abandonar su deseo de “limpiar” las
elecciones que consumaron el triunfo del Hijo predilecto de Harvard, Carlos Salinas, con el incendio del Palacio
Legislativo. Paralelamente, el auto
proclamado ideólogo del salinismo, Manuel
Camacho Solís asistía al parto en que nació el relevo en el sindicato
magisterial de Carlos Jonguitud Barrios, su
protegida Elba Esther Gordillo Morales, meses
después de encarcelar al poderoso líder petrolero tamaulipeco Joaquín
Hernández “La Quina” Galicia. En tanto, el PAN estaba lejos
de ofrecer garantías reales al nuevo mandato imperial, ya que el
sinaloense Manuel J. Clouthier se mostraba
inclinado a opciones nacionales en su propuesta de gobierno,
principalmente en la activación del agro nacional y que visualizaban el
potencial las transnacionales de los transgénicos y ambicionar el sector
energético. Se ajustó el escenario con las
reformas salinistas de 1992 al artículo 130
constitucional sobre el reconocimiento a los derechos clericales que
tendió una cortina de humo sobre la reforma al artículo 82 constitucional
sobre los requisitos del candidato presidencial, que abrió la puerta al
poder a un destacado empleado de una embotelladora
transnacional. Así, el pilar perredista, Cuauhtémoc Cárdenas que logró la mayor
votación del partido en 1997, fue desplazado por su antiguo
correligionario priísta, Andrés Manuel López Obrador, que no terminó de
convencer a los capitales estadounidense y nacionales, de su apego a la
ley que ponga a resguardo las inversiones extranjeras, principalmente las
especulativas. Y desde el “monitoreo” cercano
del Fondo Nacional para la Democracia que asume el patrocinio político de
las acciones encubiertas de la CIA, sin descontar que el FBI se allegó el
padrón electoral en 2004 con la empresa Choise
Point, parecería que el Imperio siente que es
temprano para instaurar el bipartidismo y optó por la “continuidad” panista. Empero, está listo el escenario
para el próximo candidato presidencial perredista, si alcanza el tiempo y se escoge bien al
abanderado partidista. Mientras, el Imperio respira aliviado: Descansa en
paz el PRI que encabezó la defensa del patrón oro en 1966, la proscripción
de armas nucleares en América Latina, el respeto a la autodeterminación de
los pueblos, etc. À | ||
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