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Estructuras Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ Con el cierre de campañas en que
mostraron el músculo electoral en lugares simbólicos, parecería que la
moneda está en el aire para los 3 candidatos presidenciales con
posibilidad de ganar. El espejismo mediático y encuestador, empero, se
estrella ante la realidad del nuevo partido sin registro: El
Abstencionismo que muestra tendencias de
crecimiento. Con base en cifras oficiales, el
voto del miedo en 1994 representó el 77.16% del padrón para bajar al
57.69% en las intermedias de 1997 en donde el PRD alcanzó su máximo de 7
millones y medio de votos y en las presidenciales del 2000 con todo y
efecto Fox participó apenas el 63.97% para
desplomarse en las intermedias de 2003 al
41.68%. Mención aparte merecen las
elecciones presidenciales de 1988 en donde Carlos Salinas habría ganado
con el 50.3% frente al 31.1% de Cuauhtémoc Cárdenas y el 17% de Manuel J.
Clouthier, ya que en sus memorias el ex
presidente Miguel de la Madrid confiesa que a Manuel Bartlett se le “cayó” el sistema cibernético y Jorge
de la Vega no tenía cifras. Sin embargo, Cárdenas
representaba una coalición de diversos partidos y pese a reconocer su
derrota después de una negociación con los priístas, en 1997 lleva al
máximo histórico al que creía su partido, el PRD, y que en las intermedias
del 2003 bajó de 7.5 millones de votos a 4.7 millones frente a 8.49
millones del PAN y 9.833 millones del PRI. Por otro lado, si los priístas
sienten en riesgo a su partido, acuden a las urnas. Favorecieron a Ernesto
Zedillo en 94 con 17.334 millones de votos
equivalentes al 50.1% de votantes y con el menor abstencionismo registrado
desde 1988 con 22.84%. Cifras que muestran las tendencias de las
estructuras nacionales que pesarán el domingo para hacer respetar el
voto. Seguramente esta es la razón
para mostrar el músculo electoral con los viejos usos y costumbres del
ritual de la política que recuerdan al entonces secretario de Gobernación,
Gustavo Díaz Ordaz, comentar ante una recepción magna en el Zócalo, de una
gira internacional del Presidente Adolfo López Mateos: “¡Cuánto dinero
gastado!” Y es ahí, en el corazón de la
República que privatizó Andrés Manuel López Obrador, en donde el perredista concentra el 28 de junio, el cierre de
campaña, esperando una respuesta similar o superior a la concentración
organizada por la dirigencia partidista con derroche de recursos, el día
en que la Cámara de Diputados dictaminó su
desafuero. Por su parte, el priísta Roberto
Madrazo Pintado cierra su actividad proselitista
en el Monumento a la Revolución, como una demostración del Pacto Social
emanado desde 1910 y que fue abandonado desde 1982 por los tecnócratas
adoctrinados en el Imperio. Fue un esfuerzo de convencer a la estructura
de 12 millones de militantes de recuperar el
camino. Antes, el 25 de junio, el
aspirante panista Felipe Calderón Hinojosa, con
el acarreo que condenó en el pasado, cerró en el Estadio Azteca, propiedad
del consorcio Televisa, la misma que fue beneficiada por el foxismo con las reformas a la Ley de Radio y
Televisión, tal vez para disminuir el descrédito de su favoritismo
familiar en su función política. Falta poco para saber si el
Instituto Federal Electoral asume su responsabilidad histórica en respetar
el mandato real de las urnas y garantizar la estabilidad social del país.
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