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Inmigrantes Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ Asomaron su rostro. Con temor
encubierto de alegre canto y consignas reivindicatorias de sus derechos
humanos. Como en los sesenta los negros, el uno de mayo de 2006 los
indocumentados hispanos se integran a la historia de los Estados Unidos,
un país creado y forjado por inmigrantes que contribuyeron al orgullo de
ser una potencia económica. No ha sido fácil. De las 13
colonias que se formaron entre 1607 a 1733, se enfrentó primero el
reconocimiento de sus vecinos y después su Independencia proclamada el 4
de julio de 1776 del Reino Unido, y proseguir con su expansionismo que le
costó a México el 52 por ciento de su territorio nacional en
1847. Sin embargo, la lucha más fuerte
es interna, al grado de asesinar a sus presidentes. Abraham Lincoln en 1860 por su intento de abolir la esclavitud
o la defenestración a Richard Nixon que se
deseaba concluir la Guerra de invasión a Viet
Nam. Se polarizan en grupos radicales como el
Ku Kus Klan que postula la superioridad de la raza
blanca. Ahora bien, desde 1996, el
estadounidense Samuel P. Huntington se convierte
en el ideólogo de la administración Bush con su
libro The Clash of Civilization and Remaking of World Order para orientar
una política anti árabe y en 2004 su libro
¿Who Are We? The Challenges to America Nacional Identy es la Biblia en la política anti mexicana. Debe recordarse que de 1977 a
1978, Huntignton prestó sus servicios para la
Casa Blanca como Coordinador de Seguridad del Comité Nacional de
Seguridad, cuando se sentaron las bases del Tratado Trilateral de Libre
Comercio firmado en 1993 por México, como piedra angular del Acuerdo de
Libre Comercio para las Américas, en donde se persigue la libertad de la
zorra en el gallinero. No es casual, entonces, que en
diciembre pasado, la Cámara de Representantes aprobara un proyecto de ley
en que convertía a todos los inmigrantes ilegales en criminales y
penalizaba a personas y organizaciones que les ayudaran, incluso, por
cuestiones humanitarias y que el Senado esperaba aprobar en febrero
pasado. Se retardó por las inéditas movilizaciones de indocumentados que,
estimaciones oficiales, calculan entre 11 y 12 millones de
personas. Con base en la Oficina del Censo
estadounidense, la primera minoría la representan los 41 millones de
hispanos con un poder adquisitivo en 2004 por 700 mil millones de dólares
con una proyección de 10 millones de votantes para el 2008 que contrasta
con los 5.9 millones del 2000 y que podría dispararse con la legalización
de los 12 millones de ilegales. Al reiniciar el 1 de mayo las
sesiones de la Cámara de Senadores, un sondeo de la NBC y del Wall Street Journal, mostró que el 68 por ciento de las personas
apoyarían y el 28 por ciento de opondrían a las reformas superficiales que
permitiría a muchos inmigrantes a unirse a un programa para “trabajadores
huéspedes” y aspirar después a la ciudadanía. Paralelamente se aprobaron
recursos millonarios para programas represivos que incluye el
robustecimiento de la policía migratoria con ex combatientes en Irak,
tecnificación de sistemas de vigilancia con aviones robot y cámaras
infrarrojas, sin descontar la construcción de un muro de la ignominia de
un mil en los 3 mil kilómetros de frontera. Así, los legisladores se
muestran complacientes con los patrocinadores de sus campañas electorales,
ya que la ilegalidad de los trabajadores permite pagos de hasta el 80 por
ciento menos que a un residente y en los campos agrícolas sureños podrían
aumentar las utilidades al denunciar a los inmigrantes que les guardan sus
ahorros y que sean deportados. Si a esto se suma la timorata y
genuflexiva posición del ex gerente de una
embotelladora transnacional, Vicente Fox con el
ex empleado del Banco Mundial, Luis Ernesto Derbez, que celebran el uso de balas de plástico
contra los indocumentados y llaman a la prudencia a los mexicanos, pese a
que representan ingresos nacionales por 20 mil millones de dólares
anuales, la única opción de defenderse fue la movilización de ayer en los
Estados Unidos. Al margen de si existió real o
ficticio apoyo de los mexicanos a los indocumentados, los candidatos
presidenciales deben observar que el problema responde a la obediencia del
mandato imperial para beneficiar a los 455 apellidos de Wall Street con la
devastadora política económica que aumenta la miseria y por lo mismo, es
la hora de iniciar la Segunda Restauración de la
República. À | ||
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