Arcano |
Olor a
sangre Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ A 100 años de la represión con
23 mineros asesinados en Cananea, Sonora, huele a sangre. Las fuerzas
policíacas del foxismo y el perredismo asesinan a dos mineros en el puerto
industrial Lázaro Cárdenas, Michoacán, para imponer la destitución oficial
del líder sindical Napoleón Gómez Urrutia. Un signo de intolerancia a la
víspera de la elección presidencial. Eran las 10 horas del 2 de junio
de 1906 cuando llegaron a Cananea, desde la estación de “Magdalena” 20
rurales y 30 agentes fiscales, al mando de Corl.
Kosterlitski, acompañado de un fuerte
contingente de norteamericanos armados y pertrechados, entre los que se
contaban 275 “rangers”, comandados por el Corl. Rynning. Se apeló a
cumplir la ley. El 21 de abril pasado, Rubén
Aguilar, vocero del señor Vicente Fox dijo: “Se
pudo haber evitado (la muerte de 2 y heridas de gravedad a 46 mineros) si
el sindicato hubiera cumplido con la ley … (que)
dice que debieron haber entregado las instalaciones”. Le faltó decir, que
no se hubiesen atravesado a las balas de las fuerzas
públicas. Pero el cumplimiento de la ley
parecería ser exigencia unilateral para los administrados mexicanos, si se
considera que el 17 de abril el señor Fox pidió
a los mineros que depusieran la huelga para iniciar el diálogo sobre la
destitución por mandato presidencial del líder nacional de los mineros, el
regiomontano Napoleón Gómez Urrutia. Dos días después, la Secretaría
del Trabajo, a cargo de Francisco Salazar, declaró ilegal la huelga y con
la coadyuvancia del gobernador perredista, Lázaro Cárdenas Batel, se ordenó el
violento desalojo de los mineros, sin que hubiese petición de la empresa,
según el testimonio del director de Finanzas de Grupo Villacero, Ignacio Treviño. El abuso de la fuerza pública es
tan evidente que la AFL-CIO (el mayor sindicato de los Estados Unidos)
deplora la violencia ocurrida ayer en Lázaro Cárdenas, según la
vicepresidente ejecutiva del sindicato, Linda Chávez Thompson quien sin tapujos acusó: “El Gobierno federal
mexicano, y en particular el Secretario del Trabajo, Francisco Salazar,
han contribuido a esta tragedia”. Una acción que se apresuró a
respaldar el candidato del PAN, el michoacano Felipe Calderón Hinojosa
mientras que el tabasqueño perredista Andrés
Manuel López Obrador, intentó usar a su favor la tragedia para revertir la
acusación de intolerante, soslayando la coadyuvancia de su correligionario y gobernador Lázaro
Cárdenas Batel. Aunque la responsabilidad se
inicia con la administración foxista el 17 de
febrero pasado, cuando reconocen a Elías Morales como el líder del
sindicato minero nacional y se inicia la persecución judicial de Napoleón
Gómez Urrutia, bajo el supuesto de esclarecer el destino de un fondo por
55 millones de dólares que se desempolvó con la tragedia de los mineros
coahuilenses que perdieron la vida por negligencia criminal del gobierno
federal. Sin el mínimo respeto a las
leyes laborales y con el temor de perder las elecciones presidenciales en
donde el señor Fox respalda públicamente al
panista Calderón Hinojosa y crece la popularidad
del perredista López Obrador por aquello de su
negociación clandestina que impidió el desafuero del año pasado, la
represión a los mineros emerge como un signo premonitorio de las
elecciones presidenciales de julio próximo. La coincidencia en el espacio y
tiempo con la represión de Cananea en 1906, previa a la masacre de obreros
textileros de Río Blanco, Veracruz, en 1907,
como símbolos del desgaste porfirista que
degeneró en la Revolución de 1910 con la muerte del 15 por ciento de la
población, hacen pensar en el alto riesgo que corre el país, por la
urgencia que tiene el señor Fox de garantizar la
impunidad propia y familiar. Una tentación que empieza a
despertar al México bronco por el uso y abuso unilateral de la ley… en
donde la mayoría, según la óptica empresarial del señor Fox adoctrinado en una embotelladora transnacional,
debe someterse a la ley y la oligarquía como los Nacif, Bribiesca, o
Bejarano, es imposible tocarles con el pétalo de una
rosa. À | ||
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