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Gólgota Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ Debatir o no debatir, es la
pregunta de los candidatos presidencial que podrían analizar en estos días
de guardar y que curiosamente, los electores se desentienden de las
cuestiones políticas para refugiar su desilusión y confusión en los
diversos centros vacacionales, como un augurio del abstencionismo que
caracterizará el próximo proceso electoral. Para el perredista Andrés Manuel López Obrador, el exceso de
confianza en las encuestas amañadas, le sugiere la negativa a debatir
públicamente con los demás candidatos, por sentir que así mantendría su
ventaja al entrar en la recta final de la campaña. Sin embargo, se ha
detectado que la minoría monitoreada esta muy lejos de ser una muestra
nacional. Quien se muestra más interesado
en un debate, es el panista Felipe Calderón, por
su escasa capacidad de convocatoria en los mítines organizados, en donde
las empresas contratadas por el PAN se esmeran en tratar de mostrar un
repunte en las preferencias electorales de los contribuyentes, con
muestras que apenas y llegan al 0.015% de los votantes
registrados. Roberto Madrazo Pintado encuentra difícil encontrar la
cuadratura al círculo del PRI ante los errores del queretano Mariano
Palacios Alcocer para integrar las listas de candidatos plurinominales de senadores y diputados federales, que
amenaza con entrampar la misma campaña presidencial, ante el repudio de
las bases a nombres del jurásico tricolor. El otro Roberto, Campa Cifrián, alfil de Elba
Esther Gordillo Morales, heredera del caciquismo jonguitudista magisterial, es rescatado por la
obligación de los medios para mostrar objetividad en las campañas, sin que
el neo aliancista que entregó el PRI al PRD en 1997 en el Distrito
Federal, logre garantizar incluso el registro definitivo de su
partido. Mientras tanto, Patricia Mercado
al frente del partido que organizaron personeros del priísta yucateco
Emilio Gamboa Patrón, carece de legitimidad ante sus mismos
correligionarios para presentarse a un debate con los demás candidatos
presidenciales. Un panorama que se complica ante
el éxodo de vacacionistas de Semana Santa que
confiados en la protección divina dejan sus hogares para evadir los
efectos del fracaso económico del foxismo, con
la expulsión de mexicanos hacia el Gólgota en los Estados Unidos en donde
defienden la única opción para sobrevivir, sin confianza en su gobierno y
mucho menos en el futuro ofrecido por los partidos
políticos. À | ||
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