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Síndrome Labastida Por Mario Luis ALTUZAR
SUAREZ Emerge el Síndrome Labastida en
Hidalgo, feudo del tucomista Manuel Ángel Núñez Soto. Los organizadores de
la recepción del candidato presidencial del PRI-PVEM, Roberto Madrazo Pintado, el martes pasado acarrearon a la
vieja usanza electoral, universitarios molestos que expresaron su repudio
y acortaron la visita del tabasqueño. Un hecho que obliga al recuerdo
histórico reciente. En marzo de 2000, 4 meses antes de las elecciones
presidenciales, los coordinadores de campaña presidencial tricolor, el
yucateco Emilio Gamboa Patrón y Esteban Moctezuma Barragán, aceptaron en una entrevista con la
revista Proceso que “la estrategia es una campaña de bajo
perfil”. Fue tan bajo que permitió crear
los escenarios zedeillistas para decretar el
“triunfo irreversible” del señor Vicente Fox con
el 5% de las casillas computadas y cumplir los acuerdos salinistas de 1993 y reafirmados por el presidente
William Clinton en 1995 al mediar el crédito de
emergencia zedillista, para inaugurar la
alternancia partidista. Un principio acuñado en 1987 por
la Universidad de Harvard (Alma Mater del primer presidente de la tecnocracia, Miguel
de la Madrid Hurtado y de su Hijo Predilecto Carlos Salinas de Gortari),
para aceptar o rechazar la salud democrática de una nación en donde
infiera en las cuestiones internas, los arietes del imperialismo, FMI y
Banco Mundial. A 6 años de distancia, se
observan los indicios alarmantes de una Elección de Estado que rompería
con el principio de alternancia partidista en el poder, con los aliados
naturales del foxismo en el interior del PRI que
se consolidaron al amparo de la chiapaneca Elba
Esther Gordillo Morales bajo las siglas del
TUCOM. Versiones periodísticas señalan
que el inicio de la campaña presidencial de la Alianza por México,
prevista en Toluca, Estado de México, se cambió de último momento a
Monterrey, Nuevo León por la imposibilidad de organizar una magna
concentración de parte de los operadores del gobernador Enrique Peña
Nieto. La razón, según las mismas
versiones, es el estrecho vínculo del mandatario mexiquense con el ex
gobernador Arturo Montiel Rojas, quien disputaba
la candidatura a Roberto Madrazo, después de las
internas en el TUCOM, curiosamente, a escasos meses de que el aspirante
había apoyado una reunión clandestina en que se ungió presidenta del SNTE
a la amiga de su serenísima Martita. Parecería que hay algo de razón.
En la presentación del aspirante presidencial tricolor el lunes pasado en
Toluca, la concentración mostró serias deficiencias en la organización
acentuadas, incluso, por los estrategas cercanos a la campaña, generando
un malestar entre la misma base priísta del Estado de
México. Sin embargo, no es el único
caso. El sábado pasado, en Monterrey, la gente cercana al candidato
presidencial que supervisaba el “protocolo”, de manera prepotente desplazó
a personajes de la vida política nacional en un franco desconocimiento e
insensibilidad política al argumentar: “No me importa que sea un
personajazo local. Usted se va”. Ante tal soberbia, se
solidarizaron con los desplazados los “invitados” que aparecían en las
listas de los colaboradores cercanos en la campaña del tabasqueño, y
consiguieron una desbandada dejando huecos visibles en la concentración
que mostró la disciplina del gobernador Natividad González Parás, al dejar en el olvido su paso por el
TUCOM. Con estos elementos se antoja
hasta natural que se haya incurrido en el tradicional acarreo para llenar
con 5 mil asistentes el Lienzo Charro en Pachuca, Hidalgo, con la
agravante de llevar a universitarios que tradicionalmente, es un auditorio
difícil y totalmente contrario cuando se encuentra molesto, y que se
negaron a escuchar al abanderado tricolor. Podría argumentarse el
antecedente de que Manuel Ángel Núñez Soto soñó alguna vez con ser
candidato presidencial, empero, sería una parte de la verdad si se
consideran los errores graves de la gente que rodea a Roberto Madrazo y que en el caso de Francisco Labastida Ochoa, era en forma consciente al obedecer
al presidente Ernesto Zedillo. Un arranque de campaña madracista en donde emerge, entonces, el Síndrome
Labastida, al repetirse los errores de sus
propios estrategas en los mismos territorios en donde se consumó la
derrota anunciada del sinaloense y que, en este caso, únicamente
favorecerían las ambiciones foxistas para
inducir el triunfo del candidato panista que
garantice su impunidad. À | ||
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