La Dependencia

Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

El último Grito del señor Vicente Fox, para conmemorar hoy el 196 Aniversario del Movimiento de Independencia, será incapaz de acallar el grito de los mexicanos en protesta por la consumación de la dependencia nacional hacia la Dictadura de las Transnacionales que profundizó la pobreza extrema con su amenaza de provocar la violencia social.

Una realidad que se oculta detrás de la superficialidad mediática sobre el acoso del autoproclamado presidente de todos los mexicanos, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, cuya investidura otorgada por menos del 20% del electorado, piensa que la da el derecho de dar el Grito en el Zócalo capitalino a las 23 horas de hoy mientras que el señor Fox se supone lo hará desde el balcón presidencial del Palacio Nacional.

La distracción se adereza con el descobijamiento del diputado federal plurinominal priísta, Emilio Gamboa Patrón, de su costumbre a negociar las leyes con dudosos empresarios de origen extranjero o con los nacionales, según la denuncia del poblano Manuel Bartlett Díaz, quien fue secretario de gobernación en el tiempo que el yucateco era secretario particular del presidente Miguel de la Madrid, cuando inició la devastación de la nación.

Sin embargo, el gobernador panista de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, da el indicio preocupante de la realidad lacerante al decretar el estado de alerta, principalmente en los límites de Guerrero y Puebla, por la advertencia de grupos guerrilleros de terminar con la tregua unilateral e iniciar actos de rebeldía contra el gobierno estatal y federal.

Llama la atención uno de los grupos guerrilleros, el Comando Popular Revolucionario, que opera en Oaxaca y Guerrero, debido a que los oaxaqueños enfrentan una crisis política y social iniciada por el sindicato magisterial, propiedad de la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, y que fue rebasado por organizaciones sociales que se apoderaron de la capital.

Sin embargo, la presencia de alzados contra el gobierno federal se detectó con mayor fuerza a partir de la masacre de estudiantes el 2 de octubre de 1968, que se creían terminados por lo que llaman la Guerra Sucia oficial como por la apertura política, aunque en abril de 1994 se reconoció su existencia en cuando menos 14 estados de la República.

La estrategia del presidente Luis Echeverría Álvarez para infiltrar a los grupos guerrilleros se intentó repetir por Carlos Salinas de Gortari con el neozapatismo chiapaneco con tufillo clerical y cuya cabeza visible, el subcomandante Marcos, fue rechazado por los diferentes movimientos que se revindican como izquierdistas.

Su existencia, empero, coadyuvó a implementar el voto del miedo en 1994 a favor del tecnócrata habilitado de priísta Ernesto Zedillo, beneficiado con el asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo en Lomas Taurinas y se le despejó el camino para controlar a la Cámara de Diputados con el crimen del José Francisco Ruiz Massieu.

Un control necesario para profundizar las reformas salinistas conforme los dictados de la Teología de la Globalización de la Universidad de Harvard con su evangelio político de la alternancia partidista que disfrazara de democracia a la dictadura salvaje de las transnacionales que distribuyeron el hambre y la miseria en México y el continente.

A nivel mundial se estima que el 30% de la población se encuentra en la extrema pobreza mientras que menos de 300 apellidos concentran en Wall Street una riqueza equiparable al producto nacional bruto anual de 162 naciones.

El foxismo fue eficiente. Datos del Banco Mundial revelan que 49 millones tienen ingresos inferiores a un dólar, el 46% de la población, mientras que se redujo de 25 supermillonarios en dólares de 1995 a menos de 12 en 2005. La cifra real es de 54 millones que se redujo por la expulsión de 5 millones hacia los Estados Unidos.

Cifras duras que muestran el polvorín social en que se encuentra asentado el país y que cobra una mayor dimensión con la advertencia de los grupos guerrilleros de terminar su tregua unilateral contra un gobierno que aumentó en 25% la deuda externa y extranjerizó la espina dorsal de la economía, la banca, sin espacio de maniobra para el próximo Presidente.

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