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Paradoja

Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ

Aflora la paradoja. El candidato presidencial perredista, Andrés Manuel López Obrador, se presentó el 12 de mayo a nivel nacional en el programa del payaso Brozo. Incumplir su palabra de negarse a entrevistas en programas cómicos, parecería congruente con su deslinde de la violencia en Tabasco y Texcoco generada por el partido que abandera.

Es cierto que la retórica del candidato podría convencer por sus buenas intenciones, empero, los hechos contradicen su palabra. Aunque es innegable que su táctica de victimización rinde resultados si se recuerda que su queja de la conspiración de Televisa en el programa El Privilegio de Mandar para lograr más de una hora con Brozo.

Sin embargo, los televidentes recuerdan su promesa de no asistir a programas cómicos como el mismo Brozo, el del regio Adal Ramones, entre otros, por lo que el viernes afloró el incumplimiento de su palabra, que si bien pudo ser resultado de su caída en las encuestas por su ausencia en el debate, muestra su veleidosidad en sus propuestas de gobierno.

Por si fuese poco, dos días antes, en un acto de campaña, López Obrador condenó la acción policíaca en San Salvador Atenco y negó tajantemente la participación de su partido, cuando la causa del problema lo generó el alcalde perredista de Texcoco, en su objetivo de quietar primero a los pobres del mercado porque afean la imagen de la ciudad.

Un problema de autismo político tan parecido al del señor Vicente Fox, el ex gerente de una embotelladora transnacional que adquirió la franquicia panista para arribar en el 2000 a la presidencia por medio del principio hitleriano de repetir una mentira para convertirla en verdad, y olvidar la historia que costó sangre de los mexicanos para darnos una identidad.

Hay razón. El perredista sostiene que aplicará una austeridad republicana y hace votos de juarista, cuando le otorgó, como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, un sueldo de 60 mil pesos mensuales a su primo y chofer, Nico, o que protegió a René Bejarano Martínez que en su calidad de su secretario pidió millonarias sumas al argentino Carlos Ahumada.

La honestidad valiente, la frase de su administración capitalina, se desmorona con el estudio de la Organización Transparencia Mexicana en el que colocó al Distrito Federal como la entidad donde se cometen más actos de corrupción en el país, y que el sustituto de López Obrador elude al señalar como responsables a los burócratas de niveles inferiores.

El ex comunista al servicio de la campaña perredista, Alejandro Encinas, soslaya las denuncias públicas contra Fátima Mena, cercana a Andrés Manuel, con la imposición de cuotas millonarias a gaseras en su delegación, o con Virginia Jaramillo, el aumento de las cuotas de 200 pesos a 800 pesos el metro cuadrado de banqueta en el centro de la ciudad.

Además, el candidato presidencial perredista afirma que atacará la delincuencia, cuando en los 70 uno de sus hermanos que era ministerio público federal en Palenque, fue encausado por proteger a narcotraficante sin descontar que en su gestión se inhibió la denuncia de los delitos comunes, al criminalizar a las victimas y proteger a los delincuentes.

Los sospechosos asesinatos en serie a personas de la tercera edad enlistados en la política de la miseria, el aumento del narcomenudeo en comercios que pudieron ser ubicados por reporteros televisivos y pese a ello prosiguen en la impunidad, van de la mano con la protección de agrupaciones como Los Pantera con placas de transporte clonadas.

Por si fuese poco, con el payaso de la información, Andrés Manuel negó que haya recibido dinero del que afirmó, es su amigo, Carlos Slim Helú, cuando le remató cerca de 700 edificios del corazón de la República y jamás se informó el destino de ese dinero, aunque se intensificaron los operativos contra comerciantes de Tepito que afean el Centro Histórico.

Al hacer sus votos juaristas olvidó su rechazo a escuchar a los masones reunidos en 2003 y su alergia al ejercicio de la libertad de expresión al impulsar la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, que es anticonstitucional y se convierte, tanto la federal como la local, en una Ley Mordaza para penalizar a los periodistas y funcionarios.

Los hechos, entonces, contradicen la retórica política y hacen recordar la historia reciente en donde el señor Vicente Fox con frases ingeniosas y el financiamiento de su campaña en una ingeniería similar a la usada por el crimen organizado, creó los escenarios que le permitieran al entonces presidente, Ernesto Zedillo, proclamar su triunfo con el 5 de casillas computadas. Por cierto, el secretario particular del ex mandatario, Liévano Sáenz aceptó su relación con López Obrador al que intentaron hacer gobernador de Tabasco por encima de la voluntad de las urnas.

 

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